viernes, 26 de mayo de 2017

BAJANDO DEL GUINDO

   Hace unas semanas leí un artículo escrito claramente con intención de provocar. Tan obvio era que, para abrir boca, disparaba toda una declaración de intenciones: los demás machos presentes aquella noche no han tenido arrestos, así que aquí estoy yo, que tengo ya las espaldas anchas y puedo con todo lo que me llueva encima. A continuación relataba, con cierta gracia y oficio, una reunión de amigos, una cena en un conocido restaurante, real, fabulada o mitad y mitad,  y describía los derroteros testosterónicos que tomó la conversación sobre una conocida actriz pelirroja de pechos grandes que se les apareció en carne mortal. Cuando lo leí, me parecieron tan evidentes sus intenciones, tan visibles sus costuras, que no me sentí ofendida. Después de todo, me resulta fácil imaginar a un grupo de varones hablando así de un mujerón que hace su entrada triunfal en un lugar. Es más, puedo visualizar también a un grupo de hembras hablando en términos no muy distintos al ver aparecer ante sus ojos a un tío cañón. Incluso, si voy más lejos, puedo visualizarme a mí misma perdiendo los papeles en (casi) todos los sentidos si, un suponer, apareciera ante mis ojos un Viggo Mortensen o un Brad Pitt cualquiera.  Lo que pasa es que así contado, tejido de forma precisa para soliviantar ánimos y herir sensibilidades, me pareció torpe e innecesario. 
   La última polémica en este tema ha sido debida a las declaraciones un tanto patosas  de una famosa actriz. Estas me escuecen más, por venir de una mujer. Yo, antes de condenarla, doy por hecho que está mal informada. No sé mucho de ella, pero me parece que hasta podría declararse feminista convencida una vez caiga del guindo en el que anda subida. Ella y cualquier persona madura e íntegra. No es la primera vez que oigo hablar de machismo y feminismo como si fueran polos opuestos, y la verdad es que eso sí me solivianta a mí. El machismo implica ofensa, afán de superioridad y sometimiento, humillación, dolor, daño, agresión. El feminismo, por definición, busca la igualdad, habla de libertad, de reconocimiento y de la necesidad de que las mujeres tengan las mismas opciones y posibilidades, de poder alcanzar el mismo reconocimiento que los hombres, de que nuestro techo no sea unos palmos más bajo. Sin más. Existe una corriente (machista) que trata de identificar  feminista con feminazi y con otros términos despectivos, con el extremismo y el odio visceral a lo masculino y en algunas mentes esta idea parece calar hasta el punto de encontrar hombres y mujeres que huyen como de la peste ante el temor de ser calificados como tales, gente a veces muy conocida y cuya opinión tiene cierta difusión.

   "Ni machista ni feminista, soy persona". "Ya no  hay que ir a las barricadas todo el rato".  Todo esto ha dicho la actriz en cuestión. Todo el rato no, diría yo, pero sí con cierta regularidad y empeño, porque sigue habiendo frentes, muchos, en los que luchar: grandes guerras, como la violencia de género, tan  brutal, tan repulsiva, y pequeñas batallas, como los micromachismos cotidianos, tan sutiles, tan asumidos como normales. Yo, como desafío prioritario, estoy tratando de educar a dos proyectos de varón en el feminismo más razonable y sano, y de momento, no me están saliendo mal. Para que en un futuro sumen, y no resten.

   Vamos, Paula, declárate feminista, y ponte en primera línea de combate en esta batalla.  Ya estás tardando, posiciónate, sorprende al enemigo disparando simplemente sensatez y cordura. Dejemos de una vez de ser nosotras las que tiramos piedras contra nuestro propio tejado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario