sábado, 20 de agosto de 2016

LAS LISTAS

   Pertenezco a esa variedad de la especie humana que hace listas. De cosas pendientes de hacer. De libros que tengo que leer. De los que he leído. De países que he visitado. De los que tengo que visitar. De gente a la que tengo que llamar. De lo que tengo que llevar en vacaciones. Años haciendo listas y resulta que soy una aficionada . Que mis listas son de lo más tontas, de lo más vulgares, facilonas. Voy a tener que quitarme. Porque circulan por las redes listas de auténticos profesionales, verdaderos fanáticos de las listas. Eso sí es para nota, eso sí es dedicación. ¿Los pueblos más bonitos de España?¿las mejores playas?¿las cien mejores canciones de la historia? Bobadas. Llegan las listas de las listas, lo más de lo más. Las mejores frases de autoayuda. Las diez noticias más refrescantes del verano. La mejor canción del Fary. El mejor representante español de la OTI. El mejor momento de Juego de Tronos. El mejor personaje de Walt Disney. TOP5: mejores películas animadas sobre gatos (¿5? ¿ Los Aristogatos y...? ). Los mejores besos de 2015. Los mejores selfies del  2014. Lista de las 25 mejores listas. Los diez coches más deseados por los ladrones. Lista de cantantes de boy bands que ahora van por libre (literal). Los siete artistas que venden más por su cuerpo que por su música. Lista de personajes de Anime con el pelo naranja. Lista de personajes de Anime con el pelo amarillo. Lista de personajes de a Anime con el pelo...Los mejores cantantes ¡ según su voz! ( menos mal la aclaración). Las cien cosas más estúpidas que puedes hacer. La MEJOR comida basura. Las diez ciudades de Europa más infravaloradas...¿QUIÉN DA MÁS?

Definitivamente lo dejo.

domingo, 14 de agosto de 2016

PA'FUERA LOS COMPLEJOS

   Me gusta la gente que con naturalidad nos hace partícipes de sus conocimientos, de su experiencia, de sus ideas. Me gusta escuchar a los que presentan sus trabajos, sus libros, sus proyectos, con pasión y sin alardes, sin menospreciar a los que no comparten sus saberes o sus intereses.
  
  Me gusta leer, me gusta mucho. Aprendí pronto, en esa época nos ponían a ordenar letras y a sumar números antes de cumplir los seis años. Me recuerdo siempre leyendo, sobre todo en verano. Algunos libros marcaron un momento que no olvido, porque a veces me sirvieron para esconderme entre sus páginas y olvidar lo que ocurría fuera de ellas. Cumbres borrascosas, Un sexo llamado débil, El Señor de los Anillos, Madam Bovary, el deslumbramiento de Rayuela, la magia de Macondo, el humor de Eduardo Mendoza, las microjoyas de Ana María Shua, Matar a un ruiseñor, la adicción a Murakami, el placer de leer a Munro... Pero también he leído mucho libro de consumo rápido, a veces con voracidad: la saga Millenium, Los pilares de la tierra, La trilogía del Baztán o los cuatro libros de Elena Ferrante, aún calentitos.

   Frente a esta cantidad ingente de libros (comprados, prestados, regalados...) que han pasado por mis ojos, se encuentra una cantidad aun más numerosa de ejemplares que NO me he leído, entre ellos gran parte de las joyas de la corona, de los imprescindibles. El primero de la lista, de mi lista de intentos fracasados, es el Ulises de Joyce. Después de tres intentos fallidos, todavía siento una mezcla de admiración e incredulidad (¿será verdad?) frente a los que me dicen que lo han leído y que ¡lo han disfrutado!. Tampoco he leído La Odisea, en este caso lleva años en el baúl de los pendientes, esperando su momento. No pude terminar El túnel de Sábato hace varias décadas y jamás lo he vuelto a intentar. Y muchos más. 

   De vez en cuando leo comentarios y críticas de gente sesuda disertando sobre lo malos lectores que somos la gente en general, los demás, los tontos, los que no somos ellos. Es cierto que hay pensadores extraordinarios, prosistas exquisitos y poetas transgresores, para los que yo, y muchos de los simples mortales no estamos suficientemente preparados. No estoy orgullosa, pero creo que deberíamos sacudirnos los complejos. A la hora de elegir un libro estamos condicionados por nuestras lecturas previas, nuestra preparación académica, nuestro momento emocional, nuestro entorno y sus estímulos, nuestros gustos...

   Comprendo y espero que una persona dedicada a la escritura, alguien cuya vida esté ligada a las letras, o a su enseñanza, o al mundo editorial, lea mucho y lea bien, y que pueda luego hablar de ello con un discurso cargado de referencias literarias e históricas. Pero me resulta mucho más gratificante ver cómo alguien con una preparación académica limitada, un trabajo físico y nada intelectual y un ambiente familiar nada propicio a la lectura, es capaz de elegir para pasar buena parte de su tiempo libre unas páginas llenas de palabras. Y que lo disfrute. Y quiera más. Y me da igual que el libro se llame nosequé de Grey, hable de nosécuál Crepúsculo, o nos cuente los decimooctavos Juegos del Hambre.